George Orwell y las nuevas tecnologías
En 1949 Orwell publicó 1984 una descripción aterradora de la vida bajo la vigilancia constante de un líder totalitario llamado Gran Hermano . Desde entonces las interpretaciones de su obra se han dado por cientos. Algunos sólo ven la parte comunista del texto, otros su lado fascista. Dejando a un lado su componente político, 1984 continua de actualidad si nos centramos en el lado tecnológico de la historia. A los estadounidenses les sorprende que en Europa cada ciudadano tenga un número de identificación, y lo ponen como ejemplo de deshumanización. Muchos europeos tenemos documentos de identidad con huella digital incluida y no nos parece un atentado tan maligno.
Los conceptos de privacidad están amenazados, pero esta vez no desde un estado omnipresente y controlador que quiere saber en todo momento qué estamos pensando como ocurría en 1984; control del pensamiento, perdida de la identidad a través de un sistema de adoración-sumisión al líder. Ahora, sin embargo, pese a que el control puede ser más efectivo, no estamos en un control de las ideas: los movimientos neoliberales quieres saber qué haces, dónde estás, qué compras.
Las nuevas tecnologías de comunicación no son malas, dañinas o perjudiciales en sí, pero, y ahí es donde Orwell seguirá vigente, el uso erróneo que le den los estados determinará el nivel de libertad de los individuos. La nueva era será “eres lo que consumes” y el rastro lo iremos dejando en las cookies del navegador, los unos y ceros de las transferencias electrónicas y, como no, en las tan en boga herramientas 2.0 con las redes sociales como buque insignia.